Impuls 2025 Graz

Cada dos años, la ciudad de Graz, Austria, se convierte en un epicentro de la música contemporánea gracias a Impuls, un festival y academia internacional que reúne a compositores, intérpretes, performers y músicos de todo el mundo.

Fundado en 1997 por Beat Furrer y Ernst Kovacic, este evento se ha consolidado como un espacio clave para el desarrollo y la experimentación en el ámbito de la música actual. A lo largo de dos semanas intensivas, jóvenes creadores tienen la oportunidad de trabajar con ensembles de renombre, participar en clases magistrales y asistir a una programación de conciertos que abarca desde lo más radicalmente vanguardista hasta lo más sutilmente innovador del panorama contemporáneo.

La edición de Impuls 2025 ha mantenido el espíritu de ediciones anteriores, fomentando el intercambio artístico y conceptual entre diferentes generaciones y enfoques estéticos. Sin embargo, también ha introducido nuevas iniciativas como Team Composition, Intermedia Collaboration y Speculative Sound Synthesis, programas diseñados para explorar la interacción entre composición, tecnología y performance.

La academia

Ute Pinter y su asistente Lilith Friedmann se encargan de coordinar el calendario de 21 ensembles, 12 artistas solistas, 18 coaches de composición, más de 20 coaches de instrumento y la asombrosa cifra de 230 participantes en la academia, con un gran número de compositores y compositoras de todos los rincones del mundo (aproximadamente 150).

Durante los 12 días que dura Impuls, se organizan clases magistrales impartidas por los coaches de composición en horario de mañana y tarde, en las que muestran algún rasgo interesante de su música o comentan su carrera a modo de exposición de su obra. Los nombres y apellidos de esta edición han sido verdaderamente potentes, y satisfactoriamente la lista ha resultado bastante paritaria: Carola Bauckholt, Franck Bedrossian, Pierluigi Billone, Chaya Czernowin, Francesco Filidei, Clemens Gadenstätter, Clara Iannotta, Pierre Jodlowski, Johannes Kalitzke, Elena Mendoza, Misato Mochizuki, Isabel Mundry, Matthew Shlomowitz, Simon Steen-Andersen y Lisa Streich.

En cuanto a los participantes compositores y compositoras, cada uno recibe dos o tres clases individuales de una hora basadas en sus preferencias. En ellas pueden mostrar sus obras a los tutores y tutoras, compartir parte de su proceso compositivo y obtener un feedback que les proporcione más herramientas o un mayor sentido crítico para enfrentarse al papel en blanco. También están los special programs y los call for scores, que permiten a los compositores/as participar activamente en los conciertos del festival.

Para los intérpretes, la formación recibida depende de los programas en los que participen, pero la mayoría acaba tocando en tres o cuatro conciertos, ya sea de manera individual o en formato dúo, trío, cuarteto o ensemble.

El festival

En Impuls 2025 ha habido unos 38 conciertos, al menos según el programa oficial (https://www.impuls.cc/festival-2025/concerts). En la mayoría de ellos se han programado obras de nueva creación, ya sean estrenos mundiales, estrenos en territorio austriaco o piezas compuestas en los últimos 10 años (siendo generosos con esta cifra). Sin embargo, también ha habido algunos conciertos que, por llamarlos de alguna forma, en contraste con los anteriores, podríamos denominar más “conservadores”. Por ejemplo, en el concierto Chaos & Lux I, la pieza más reciente era de 2016; en Kandinsky Quartet, también de 2016; y en el concierto de clausura del PPCM- Ensemble, la obra más reciente databa de 2019. Sorprenden estos casos no por ser “poco contemporáneos”, sino por presentar propuestas más propias del siglo XX que del XXI.

No debe ser fácil enfrentarse a un público especializado, con casi 250 profesionales del sector que cada tarde y noche se reunían para escuchar los dos o tres conciertos programados. Para los intérpretes, imagino que debía de ser una presión añadida enfrentarse a un público tan exigente.

De todos los conciertos, ha habido obras que han dejado un increíble sabor de boca a la mayoría de los asistentes, o al menos eso se comentaba al final de cada concierto.

El listado de las obras mejor valoradas en los rankings clandestinos parece estar liderado por Brains (2016/2017) de Misato Mochizuki, fue interpretado por el ya consagrado Quatuor Diotima. El silencio sepulcral en la György-Ligeti-Saal del espacio MUMUTH era casi tan ensordecedor como la posterior ovación. No fue la única pieza de la compositora que dejó inmóvil al público: también destacó en el concierto KORPUS I del Schallfeld Ensemble su Voilages (2000).

En este mismo concierto, Keil (2005) de Carola Bauckholt sorprendió a los asistentes, y a la magnífica actuación del Schallfeld se sumó la pieza multimedia de Alexander Khubeev: don’t leave the room (2020). En esta última obra se echó de menos una elaboración más musical en su discurso, pero aun así logró captar la atención del público, en gran parte gracias al solista Manuel Alcaraz Clemente, quien demostró una vez más su profesionalidad no solo como intérprete de percusión, sino también en la dimensión performática.

Kandinsky Quartet también sorprendió con su interpretación del Streichquartett No. 10 (2016) de Georg Friedrich Haas, un viaje sensorial que no todo el mundo parece estar preparado para tomar, aunque las condiciones óptimas pueden facilitar la experiencia.

El ensemble IEMA completó dos programas los días 23 y 27 de febrero, el primero de ellos más compacto que el segundo. En el primero destacó el estreno de poisoning in the field, among the grains (2025) de Yuheng Chen, una obra con una riqueza rítmica notable, y en el segundo, la protagonista fue la delicadeza de la pieza Isila bezain ilun (2024) de Mikel Iturregi, quien además presentó su cuarteto de cuerdas Mamá está equivocada y los libros mienten (2022/2023) el 26 de febrero con Kandinsky Quartet.

Sin sorpresas, se llevaron a cabo interpretaciones de algunas piezas ya más “de repertorio”, como It (2004) de Franck Bedrossian por el PPCM-Ensemble en el concierto de clausura, Quartet No. 2 (1968) de György Ligeti por el Chaos String Quartet o la Sequenza VIII (1976) de Luciano Berio por la violinista en formación Sara Mazzarotto.

Hablando de violinistas, el recital de Judith Fliedl el 18 de febrero en la sala Theater im Palais fue un espectáculo de interpretación y profesionalidad, con un programa exigente que incluyó obras de Saunders, Haas, Gadenstätter y Gander.

No me gustaría cerrar este repaso sin mencionar Madrigal (2005) de Christophe Bertrand, un compositor francés que falleció a la edad de 29 años.

¿Escuelas en 2025?

Y hablando de Francia… además de la notable presencia austriaca, ha habido una fuerte representación francesa, no solo con ensembles como Diotima, sino también en la programación. Esto ha generado debate entre algunos asistentes, ya que la influencia del “imperio Boulez” y de la Segunda Escuela de Viena sigue presente en muchas clases de composición en Europa.

Es curioso cómo, en un programa tan amplio, la mayoría de las obras eran fácilmente clasificables, no tanto por la nacionalidad de su creador o creadora, sino por la herencia estilística transmitida entre generaciones. La escuela francesa, con su enfoque en el virtuosismo y las piezas “paisaje”, sigue marcando una clara distancia con la tradición austroalemana, más centrada en el ruidismo y la exploración tímbrica extrema.

En Impuls 2025 ha quedado en evidencia la gran cantidad de materiales y recursos heredados entre cadenas invisibles de compositores/as. Era difícil encontrar una pieza realmente única entre tantas similitudes.

¿Dónde está Wally? Hubo algunos Wallys —y para nada me refiero a 15 Miniaturen de Thomas Wally—, aunque no siempre buenos, pero al menos originales.

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Primera vez en el Teatro Alla Scala